HURLINGHAM
Hurlingham, la ciudad que se reinventó ante la pandemia
Por Matías Celaya
(Morón, 4/7/2020). La ciudad es conocida como “la perla del oeste”, debido a su belleza arquitectónica de la época colonial, con aportes de británicos, italianos, alemanes y españoles, además de los espacios verdes que contiene y sus arboledas. Anteriormente pertenecía al partido de Morón, pero tras una petición de sus vecinos, desde el año 1995 se declaró localidad independiente.
Sus calles, con árboles de hojas caídas otoñales y las veredas de adoquines teñidas de colores entre naranjas y marrones, reflejan el contexto actual: un confinamiento que dejó a Hurlingham vacío, ya sin niños en bicicletas, personas paseando a sus mascotas y locales cerrados.
Sin embargo, los vecinos y vecinas de la localidad bonaerense, hace meses lograron organizarse en grupos de Facebook para continuar con sus trabajos, emprendimientos y lanzarse a nuevos desafíos.
En la actualidad, las restricciones de a poco se van abriendo, y estos mismos ciudadanos, ahora pueden regresar a los negocios tomando los recaudos necesarios de seguridad e higiene para poder realizar atención al público.
El centro comercial, corazón de Hurlingham, vuelve a tener poco a poco gente caminando por esas mismas veredas. Los autos estacionados, los pobladores usando tapabocas de diversos colores y estampados, las persianas a medio cerrar, son muestras de un barrio que de a poco va retomando su normalidad.
Dentro de los locales, los comerciantes limpian las superficies con alcohol en gel, lavandina, acomodan la mercadería y se encargan de que se respete el distanciamiento social. Otros, no permiten ingresar, pero sí entregan productos en la puerta que con anterioridad fueron pedidos.
Es el caso de la heladería “Dulce Valentín”, que desde la persiana entrega kilos y kilos de helado, con las bolsas del local, las cucharitas y también cuenta con el servicio de reparto, que evita que la gente se acerque al negocio.
“En todos estos años de negocio familiar, nunca habíamos vivido algo así, es raro, pero está bueno poder volver de a poco”, aseguró Martín, uno de los dueños que trabaja allí.
Tiene unos treinta y pico de años y va recordando épocas en las que era mucho más joven y para esta altura del año ya estaban pensando en remodelar todo para la temporada alta.
“Todo eso es increíble, nos tuvimos que adaptar totalmente, pero eso también demuestra que nos estábamos quedando un poco atrás, ja. Otras veces ya nos habían preguntado por sistemas como mercado pago y la realidad es que nunca lo quisimos incluir, somos un poco tradicionalistas, pero ahora que no nos quedó opción nos dimos cuenta de que no era tan trágico el cambio y que, de hecho, es bastante cómodo para todos”.
Mientras habla va preparando otros pedidos, con la camiseta puesta de la heladería, con la satisfacción de poder reanudar sus actividades.
En la cuadra próxima, está ubicada la pizzería “París”, que reanudó sus labores con mayores recaudos ya que trabajan muchos más empleados. Mientras que en la heladería sólo son dos personas, en la pizzería hay pizzeros, ayudantes, y empleadas que atienden el teléfono para los pedidos.
Se suman también, los trabajadores de deliverys, como Maximiliano, a quien se le habían reducido las horas de su jornada laboral y ahora vuelve a trabajar tiempo completo. “Esto es mi único ingreso para mantener a mi familia, se siente muy bien haber vuelto a trabajar y me parece fundamental que nadie se salte las medidas de prevención para que podamos estar totalmente sanos”.
Acomoda los pedidos en la caja de su moto, llena de calcomanías. “La que más me gusta es esta de acá, porque me la dieron en un recital de AC/DC”, y sonríe, apuntando a uno de los calcos. Se sube a la moto, con barbijo y casco y muestra que lleva en el bolsillo de la campera un frasco de alcohol en gel. “Es para cuando me dan el vuelto, porque estamos en contacto permanente con billetes”.
En el centro comercial del barrio se saludan todos los colegas, que a su vez se muestran estresados y cansados por la necesidad de atención que requiere no evadir los protocolos y poder cumplirlos como las autoridades lo disponen.
Susana, una vecina exclamó que: “¡Yo me puse hasta la mascarilla! (en referencia a la máscara de plástico protectora). Me da un poco de miedo salir, pero necesito comprar, por eso me pongo la campera, el tapabocas y hasta esta máscara que es incómoda, pero es lo que hay que hacer. ¡Cuando llego a mi casa es otro lío! Tengo que desinfectar todo, pero prefiero esto a contagiar a los demás y contagiarme yo”.
De toda esta situación, lo positivo es la posible reapertura de lo comercios que necesitan el ingreso para poder subsistir, y se espera que en las próximas semanas haya nuevas medidas por parte del gobierno nacional y provincial, para que estos comerciantes sigan con sus actividades.