Perfiles
Alicia Curcio, presidenta del Centro de Jubilados "Suyai"
“Lo que das con una mano, lo recibís con las dos”
Por Matías Celaya
(Morón, 4/7/2020). Hace casi treinta años su vida era completamente diferente. Vivía con su familia: sus dos hijos y su esposo, que los dejaría en el año 1994. Un mes después de que su marido falleciera, Sandra, su hija, se casó y se mudó para seguir su propio camino. Lo mismo pasaría con el primogénito varón.
Es entonces cuando Alicia Curcio entendió que no iba a pasar su adultez en soledad, que necesitaba mantenerse ocupada, más de lo que ya lo estaba. Sociabilizar y potenciar su trabajo, su militancia y el servicio a la comunidad, desde el “Centro de Jubilados Suyai”, ubicado en las calles Cervantes y Rivadavia, en el barrio de Villa Luro.
El año próximo cumple los 80, pero ella se mantiene joven, “aggiornada” a estos tiempos. Se despide de sus compañeros, carga el changuito, se acomoda la cartera, para el colectivo y sube. Se dirige hacia su casa, luego de una jornada de más de ocho horas de trabajo.
Suyai es un término mapuche que significa esperanza. Allí, en este centro de jubilados y jubiladas, no sólo se ocupa de que todos tengan un espacio de recreación, aprendizaje, de cuidado de la salud, contención y escucha, sino que también funciona como comedor, para que a nadie le falte el plato de comida caliente.
Actualmente, en este centro de jubilados se llevan a cabo múltiples actividades, entre ellas, talleres para la memoria, de contención, charlas educativas e informativas, gimnasia, yoga, control mental con cuencos, hasta controles desde PAMI, que envían enfermeros para vacunar y diagnosticar a los adultos mayores.
Asimismo, funciona de manera conjunta al comedor “Honrar la vida”, que cada día alberga a más de ochenta personas que llegan con sus recipientes plásticos para recibir una ración de comida. “Yo me encargo de hacer todas las compras y los pedidos. Llamo a la verdulería, a la carnicería, al supermercado, recibo y descargamos todo. Después cocinamos, por supuesto, esto es un servicio a la comunidad”, explica Alicia orgullosa.
La conversación fluye y, sin embargo, la presidenta de la Asociación utiliza una frase que da un giro a la charla: “Nunca me imaginé en un centro de jubilados”. Se ríe, prosigue y explaya: “Lo que pasa es que antes de enviudar escuchaba historias de los centros, que los jubilados discutían, se peleaban o que había tensiones en estos lugares, y yo pensaba que nunca iba a ser parte de algo así, pero cuando tuve la posibilidad de construir algo de cero entendí que podríamos crear una familia, un lugar que sea de bienestar para todos”.
En sus años laborales activos, trabajó en la gestión pública por largo tiempo como secretaria, encargándose de los llamados libros contables y administrativos de diversas organizaciones de la Comuna 10, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hasta que un día un colega le propone ser tesorera de un centro de jubilados que se estaba por inaugurar. “Yo ni loca manejo plata, pero si querés voy de secretaria”, le contestó Alicia.
Finalmente se formó la comisión directiva, pero ella terminaría siendo secretaria, tesorera y presidenta a la vez. Había mucho para hacer en este centro.
Allí también realizaban paseos pagos, vacaciones organizadas, salidas de fin de semana, entre otras cosas. “Pero en este centro tenía tiempo de dormir una siesta, de descansar, ahora estoy todo el día ocupada”.
Hacia el año 2012 “Coco”, amigo y compañero de militancia, le avisa que se estaba por inaugurar otro centro, cerquita de su casa, que también tenía comedor y era mucho más grande. “Yo de acá no me voy, le dije”. Pero lo que no sabía es que la querían como presidenta, porque era indudable que la carrera y el compromiso de Alicia eran destacable y merecía la conducción de este nuevo espacio.
“A Alicia la conocí por medio de otro compañero de militancia, que me comentó que era impecable su trabajo y que colaboraba en todos los frentes del centro, que había crecido muchísimo. Supe que era la persona que necesitaba para afrontar este nuevo desafío”, comentó Coco Meneses, quien es parte de la comisión directiva de Suyai.
La invitan a formar parte de este espacio, y acepta, principalmente por ser una nueva posibilidad de comenzar un largo camino de crecimiento personal y grupal. “Me emociono mucho saber que había comedor, y que podríamos ayudar a muchas más personas de las que ya ayudábamos en el centro anterior”.
“Fijate lo mucho que crecimos, y cuánto pudimos colaborar a que los compañeros se desarrollen que ahora, en este contexto de pandemia, podemos continuar con nuestras actividades a través de Zoom o WhatsApp, nos adecuamos a la modalidad virtual y nuestros nietos no lo pueden creer!”, reflexionó Alicia.
Suyai sigue su curso, las profesoras que dictan clases semanalmente las realizan en estas plataformas virtuales. Los jubilados que no tienen acceso a ellas o que aún les cuesta manejarlas, Alicia se encarga personalmente de hacerles llegar los videos y las explicaciones vía WhatsApp.
“Es importantísimo que en este momento nadie se sienta solo. Algunos se siguen acercando, pero otros prefieren quedarse en sus casas. De todas formas, todos cumplen con la tarea, ¡ja! Envían sus actividades resueltas para que podamos seguir con la evaluación y, sobre todo, con la recreación y cuidado personal”.
En referencia a esto, Coco destaca la labor de Alicia: “Es increíble todo lo que realiza, es como si sus días tuvieran más horas que los de los demás. Siempre se acuerda de todo, anota eh, tiene su cuaderno, pero también una memoria impecable y por eso la admiramos”.
Y a su vez, su nieta, Paula, relata: “Hay veces que no podemos verla porque se la pasa en el centro, lejos de ser un reclamo, a nosotros no encanta porque sabemos que está haciendo lo que le gusta, lo que la mantiene activa y, sobre todo, lo que la hace feliz. Cuando viene a casa siempre tiene anécdotas para contar, a veces sentimos que tiene más vida social que nosotros -en referencia a ella y su hermano, ¡David- que tenemos 23 y 25 años!”.
Más de ocho horas de trabajo incluye su jornada. “Pero lo hago con gusto, no me arrepiento de nada y sé que este es el camino”, dice Alicia. Cuando llega a su casa menciona que le gusta leer, que mira poca televisión, pero siempre se mantiene informada.
También en sus ratos libres, milita en el espacio del Frente de Todos, en CABA. “A mi familia no le gusta tanto que milite, por cuestiones de seguridad, a veces tienen miedo, pero yo soy brava y es más fuerte que yo, no puedo concebir mi vida sin estar haciendo política, me encanta y me moviliza”, asegura.
Hoy toda la actividad política que realiza es destinada al centro de jubilados y su crecimiento y desarrollo. “Hemos organizado a todos los compañeros para marchar en diversas ocasiones, como el 24 de marzo, o con las colegas en Ni Una Menos, el compromiso es lo que más nos gusta”.
En este último período, su acción política no se detuvo por la pandemia: organizó un grupo de colegas y comenzó a difundir en el barrio que estaban juntando donaciones, tanto de ropa como de alimentos no perecederos. “Es increíble, pero siempre nos llega mucha ayuda, es bueno ver a la comunidad presente y preocupada por nosotros, sus adultos mayores”.
Lejos de la estigmatización de los mal llamados “abuelos”, Alicia revitaliza la imagen de los adultos mayores como personas aun activas, con ganas de seguir aprendiendo, de seguir divirtiéndose, del centro de jubilados como un espacio de recreación y no de aburrimiento. Los jubilados activos y presentes en la sociedad.
“Lo que das con una mano, lo recibís con las dos”, ese es su lema. Dar sin esperar nada a cambio, sabiendo que la vida es una sola “y que las cosas siempre hay que hacerlas en vida, no guardarse nada”, ese es el mensaje y el ejemplo que inspira Alicia.